Toda transformación inicia con la luz de la conciencia. Y esa conciencia nos llega a través de vernos reflejados en los datos de nuestra empresa. No son un “recuerdo impreciso o sesgado” que alguien tenga en su memoria, sino una fotografía que nos refleja con precisión el estado de nuestra empresa.
Una vez tomada consciencia, querremos mejorar, y para ello es necesario tomar decisiones sobre nuestros siguientes pasos. Y para ello, también los datos nos brindan información de cuáles podrían ser las áreas de mayor impacto sobre las que debemos diseñar una estrategia para capitalizarlas.
Finalmente, viene el momento de tomar acción, el momento en el que cristalizamos lo comprendido a través del análisis de los datos. En esta fase es importante validar que estamos avanzando en la dirección correcta y necesitamos medir nuestro progreso… Medir es otra función que requiere datos.
Y así los vamos encontrando a cada paso de nuestro camino consciente. Terminamos por darnos cuenta de que habilitar los medios para tener datos de nuestra operación es una inversión que se aprovecha mucho, los cuales pueden requerir de la disciplina de alguien que los capture en un Excel o, idealmente, de procesos automatizados que los almacena directamente en una base de datos.
Pero… ¿y si no tengo datos? ¡Empecemos a reunirlos! Requiere disciplina, igual que hacer ejercicio, recordemos que la recompensa a largo y mediano plazo será mucho más rica y nos agradeceremos haber tomado la decisión y la disciplina de almacenarlos por todos los beneficios que podremos tener en nuestra empresa.